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Monday, November 11, 2019

Shangó, divinidad del fuego X


EL CARNERO Y EL TORO

Cuando se menciona al «señor del trueno» como «mito fundamental indoeuropeo»52 se está haciendo referencia a una larga cadena de dioses que vienen a ser en esencia el mismo. El Agni indio, Perkunas lituano y letón, Perún ruso, Jehová hebreo, Thor escandinavo, Zeus griego y Júpiter romano, todos ellos correlacionados con la figura del carnero como símbolo zoomorfo del trueno. Recordemos el carro de Agni y el de Thor tirados por carneros o la Cabra Amaltea que alimentó a Zeus-Júpiter. También a Shangó le está consagrado este animal: «...el carnero es animal sagrado de Shangó, ya que los movimientos de su cabeza son tan rápidos como el rayo».53 El carnero ha sido interpretado como un símbolo de fuerza física y sexual. En la astrología es la figura correspondiente al signo de Aries, el comienzo de la primavera, la fuerza de la vida que 
arremete contra la muerte simbolizada por el invierno. 

Aries es Marte, a quien se le sacrificó el Vellocinio de Oro, carnero nacido de los amores de Neptuno con Teofanía. Cuenta la leyenda que Frixo y Hela sabiendo que iban a ser sacrificados, huyeron usando como cabalgadura al Vellocinio de Oro. Hela cayó al mar y a ese lugar se le llamó Heles ponto en su honor. Todas las sociedades pasaron en sus orígenes por la etapa de los sacrificios humanos. Cuando se marca el paso de esta etapa a otra más desarrollada, los mitopoemas narran cómo se sustituyó un sacrificio humano por el de un animal. Así, la Ifigenia griega, hija de Agamenón, ya a punto de ser sacrificada a la diosa Diana, es sustituida por un cervatillo. Abraham, según narra La Biblia, iba a inmolar a su primogénito Isaac a Jehová, cuando este interviene y le dice: «No le hagas ningún daño al muchacho porque ya sé que 
tienes temor de Dios, pues no te negaste a darme tu único hijo». Génesis (22:12). 

Finalmente sustituye a Isaac por un carnero. Una situación similar la encontramos en la tradición yoruba: Un rey se encontró con una situación muy difícil, a causa de una gran sequía los sembrados no florecían, los animales morían de sed, había una gran epidemia y todos sus súbditos estaban descontentos. Los reyes vecinos amenazaban con invadir su te rri to rio con potentes ejércitos bien armados y provistos de fuertes cabalgaduras. Ante tanta desgracia, convocó a los adivinos para que consultaran el oráculo y le dijeran qué debía hacer para que cesaran las calamidades. Los adivinos dijeron que debía sacrificar a su primogénito Abó, para así aplacar a los dioses y que todo volviera a la normalidad. Se convino el día que debía efectuarse el sacrificio y comenzaron los preparativos para la ceremonia. Shangó con su corona.

Ya casi estaba llegando la hora señalada para el sacrificio, cuando llegó Orula y pidió hablar con el Rey. Como Orula siempre llevaba consigo los instrumentos para la adivinación, los consultó en presencia del Rey y le dijo que era posible sustituir el sacrificio de Abó por el de un carnero. El Rey, muy contento ante la clemencia de los orishas mandó buscar el mejor carnero que se encontrara en sus establos y lo sacrificó, con lo que pudo sacar a su pueblo de tan difícil situación. Es por eso que, al carnero, se le llama Abó.

 La Cabra Amaltea se convirtió en la Égida, el escudo de Júpiter. Siguiendo esta imagen se dice que este es la nube tras la que se esconde el rayo, alma principal del dios.
54 Arisel Arce Burguera y Armando Ferrer Castro: El mundo de los orishas, p. 213.
Baal arroja un rayo. Obsérvese sus cuernos de toro.

El dios Almaca de la legendaria Saba era representado como un car ne ro. La reina de este fabuloso país, quien tuvo relaciones con el rey Salomón, se supone era la sacerdotisa mayor del culto a Almaca, dios de la lluvia y los truenos y por lo tanto de la fertilidad. Los arqueólogos han localizado esta ciudad y su famoso templo en la República de Yemen. Para las religiones cristianas el sacrificio de Jesucristo, al morir en la cruz para redimir a la humanidad, sustituye a los sacrificios de animales, por lo que Cristo es también llamado Agnus Dei, el cordero o carnero de Dios. 

Es por ello que una oración que forma parte de la misa católica lleva este nombre. La misa para los católicos y algunas otras religiones cristianas es el sacrificio que sustituyó a todos los demás sacrificios. En las formaciones económico-sociales que se dedicaron a la cría de ganado mayor se deificó la figura del toro. El toro no comparte la agilidad del caballo, ni su domesticidad, no es tampoco una cabalgadura posible, su utilidad se centra en la obtención de alimento por parte de los humanos, aunque una vez castrado se convirtió en un animal de tiro que revolucionó la agricultura. Su figura, peso y bravura, lo asocian con lo terrenal, lo que no ha impedido que en algunas mitologías, como la asiria, aparezcan toros alados como el del palacio de Sargón II. Los símbolos taúricos son ctónicos, corresponden a la tierra y sus profundidades. Una muestra de 
la correlación entre el toro y el subsuelo la tenemos en el famoso Minotauro de Creta; este vivía en el laberinto y había que sacrificarle jóvenes todos los años; finalmente fue vencido por Teseo con la ayuda de Adriadna, que le facilitó un ovillo para que después de matar al monstruo pudiera salir de allí.

 Este mito deriva de una serie de historias anteriores encontradas en Egipto y Asia Menor. Probablemente su origen se encuentre en el Baal de los fenicios que no era el nombre de una divinidad específica, si no la forma de identificar al Ser Supremo. Esta creencia de los fenicios ejerció una amplia influencia en el ámbito del Mediterráneo y de Asia Menor y su nombre sufrió transformaciones en Asiria, Caldea y otros lugares, así tenemos: Bel, Belo, Belus, Belaoura, etc. En algunos lugares se le representó con cuerpo humano y cabeza de toro. Mitra, para los persas, había hecho fértil la Tierra mediante el sacrificio de un toro sagrado a Ormuz, el Sol. El mitraísmo, adoptado por los soldados romanos, se extendió por toda Europa. Algunas de sus celebraciones, como la del 25 de diciembre, fueron asimiladas por los cristianos. En el antiguo Egipto, al dios Month se le representaba con la cabeza de buey, su culto como dios del Sol antecedió al de Amón. 

En el ámbito del Mediterráneo el culto a las deidades táuricas y las leyendas sobre la lucha del héroe epónimo contra un monstruo con cabeza de toro dejó huellas que llegan hasta nuestros días, con las corridas de toros de gran popularidad en España y algunos otros países de Europa y América Latina. El valor del hombre es puesto a prueba en la lucha contra una bestia, para reafirmar la superioridad de la inteligencia sobre la fuerza bruta. Así, el mito milenario se hace presente hoy.

 Los yorubas identifican al toro con Agayú, orisha del fuego volcánico. En Brasil se considera a Agayú como un avatar o camino de Shangó, en Cuba se le considera el padre de Shangó. A Shangó se le colocan entre sus atributos dos cuernos de toro, para representar a Ogue, orisha que simboliza la rectitud en la vida y la prosperidad en el comercio.

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